Estábamos tomando cafe, alistándonos para el día de trabajo que nos esperaba. Ella mencionó que quería ir al salón a hacerse el pelo. Podía ir en su hora de almuerzo o al salir del trabajo al final del día. Entonces me hizo la pregunta: ¿Qué tú crees?
Le dí toda una explicación de como consideraba que al final del día era su mejor opción, así podía ir sin presión porque nadie estaría esperando que regresara a la oficina, además podía tomar todo su tiempo y disfrutarlo. Aparentemente ella estuvo de acuerdo.
Aproximadamente una hora después y cuando menos lo esperaba, ella me pregunta: "Y entonces, ¿me hago el pelo en la hora de almuerzo o después que salga de la oficina"?
Paré lo que estaba haciendo, dí vuelta, la miré fijamente y sin siquiera percatarme de la frialdad con que sonaron en el momento, dejé las palabras salir de mi boca con una calma absurda y para nada apreciada, y dije: "Lo que te dé paz".
No necesito decirles que mi amiga se medio ofendió y comenzó un discurso acerca de las dinámicas entre amigas en las que se supone que alguien dice algo y la otra persona le contesta, aún si al final han pasado un buen rato hablando de lo mismo sin llegar a ninguna conclusión pero sintiéndose algo apoyada porque su amiga la escuchó. O eso es lo que ella dice.
Hace años aprendí una importante lección sobre las opiniones y como la gente se siente al respecto.
Algunas personas preguntan tu opinión, esperando que les digas qué hacer y por ende, haciéndote responsable del resultado cualquiera que sea. Por otro lado, algunos te piden opinión simplemente para saber qué piensas al respecto, pero sin pretender que tú decidas por ellos.
También hay gente que te dirán su opinión asumiendo que tienes que seguir su consejo, y terminan extremadamente enojados contigo cuando no actúas como te sugirieron. Les cuesta mucho entender que cada persona tiene el derecho a decidir lo que entiende es mejor para ellos; actuar acorde con lo que realmente les da paz.
Esta frase ha sido mi filosofía no solamente al momento de tomar mis propias decisiones, sino también cuando me solicitan mi opinión con respecto a alguna situación. La he usado para ayudarme a mantener sanas mis relaciones amistosas, teniendo amigos que saben les escucho y me importan, pero reconociendo que son "ellos" quienes tienen que tomar sus decisiones y a mi solo me toca respetar las mismas; ya sea que esté de acuerdo o no. No me tienen que gustar. SON SUYAS. Ellos son quienes enfrentarán tanto la situación como los resultados: buenos o malos. Son sus vidas y ellos tienen el derecho de vivirla como mejor les parezca.
También aplico esta frase a mi misma cuando me toca hacer mis decisiones. Cuando me siento contrariada ante algo, estoy bastante segura en mi interior que ese no es el camino a seguir. Es simple para mi. No puedo manejar duda. Sencillamente no puedo.
Esta frase ha sido motivo de risas y chistes entre los compañeros de trabajo y nunca faltan las carcajadas cuando recordamos el contexto en que la misma se dió a conocer; sin embargo, ha sido una grata sorpresa haber escuchado a la gran mayoría de ellos (si no a todos) usar esta frase una que otra vez. Al parecer han conectado con la tremenda libertad que otorga tanto a quien habla como al que escucha.
Les invito a usar esta frase cuando sea necesario, porque después de todo amigos, esta simple frase implica una verdad grande y profunda. Lo que te dé paz. Lo que me dé paz.
