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La Suma de Nuestras Elecciones

Estabamos de vacaciones, manejando entre las colinas de Illinois. Su voz sonó casi como un eco distante cuando preguntó: ¿Quién soy yo? Estas tres palabras me pusieron a pensar. ¿Quien soy yo? ¿Quienes Somos?

Tuvimos una conversación casual pero profunda, la cuál me golpeó como un rayo en el medio de la tormenta. Silenciosamente dejé mi mente retroceder a momentos pasados en mi vida en los cuáles me habia hecho esa misma pregunta.

Creo que la mayoría de nosotros pasamos nuestra vida tratando de encontrarnos y definir quiénes somos realmente.

Algunas personas se conforman con ser el hijo o la hija de alguien, permitiendo que la historia de sus padres sea lo que les defina. A veces, nuestro legado es tan fuerte que es casi imposible de romper, acompañado con el miedo al fracaso. ¡Imaginen eso!

Si tu padre ha sido un exitoso hombre de negocios, ¿cómo puedes estar considerando ser doctor? Necesitas seguir los pasos de tu padre. O eso piensas.

Otras personas se convierten en el esposo o esposa de alguien, siendo definidos por sus parejas y perdiendose detras de la sombra de alguien.

Otro grupo permite que sus vidas profesionales sea lo que les defina. Es gracioso cuando alguien les pregunta quién eres, su respuesta sincera es: soy un doctor, soy una profesora, o soy abogado.

El 2011 fue un año decisivo en mi vida. Fue un punto en el que me había convertido en mi trabajo. No tenía vida propia y todo lo que hacía era trabajar. No tenía tiempo para mis hijos porque siempre estaba trabajando o me sentía demasiado agotada de tanto trabajar. No salía porque no tenía tiempo para socializar. Me encantaban los fines de semana par poder dormir tanto como quisiera (cuando no tenía que trabajar).

Sin embargo, al mismo tiempo me daba cuenta de que no tenía un balance en mi vida y que necesitaba más: mis hijos necesitaban más. Decidí accionar hacía la vida que deseaba y ser yo, la mejor yo que pudiera ser dentro de mis posibilidades.

Esa fue la parte más dificil, definir quién era sin mi trabajo. Y entonces vino la pregunta real: ¿Quién quería ser realmente?

Esta dura pregunta me sacudió por dentro y me ayudó a hacer los cambios necesarios. Comprendí que quería poder ser una combinación de madre, hija, hermana, amiga, compañera de trabajo y eventualmente ser esposa. Tuve que hacer las paces con el hecho de que yo era más que mi trabajo y que jugar todos esos roles era importante para mi en el proceso de ser mejor persona.

Despues de pasar años ayudando a otros a balancear sus vidas, decidí que era tiempo de encontrar mi propio balance. Y eso hice.

En el 2012, hice mis maletas y me mudé a otro país, básicamente para empezar a construir una nueva vida. Tenía que ser cuidadosa de tener los espacios que necesitaba para ser quién quería ser.

Hice una lista de habilidades que quería desarrollar, las virtudes que quería mantener y nutrir, y aquellos defectos que necesitaba trabajar para mejorarme a mi misma. Bueno, solo puedo decirles que fué el mas grande reto de todos, pero me siento sumamente felíz de haberlo hecho.

En el 2013 conocí a un hombre extraordinario que luego se convirtió en mi esposo. Mis hijos han disfrutado tener una madre que respeta su horario de trabajo pero que comprendió que la vida es algo más que solo trabajar y proveer. Estoy disfrutando a plenitud de la vida. Estoy modelando a mis hijos la capacidad de encontrar y mantener el balance en sus propias vidas.

Nunca es muy tarde para decidir quienes queremos ser, porque al final, quién somos es la suma de nuestras elecciones.

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