Recuerdo claramente mi sorpresa cuando una compañera de trabajo me pregunto si me consideraba exitosa. Dejé lo que estaba haciendo y me di vuelta, reconociendo que más que saber si yo era exitosa, ella estaba tratando de encontrar una definición de éxito en la cuál ella pudiera encajar viendose a sí misma. Les compartiré mis pensamientos y sentimientos sobre el éxito tal y como lo hice aquella mañana.

El éxito es usualmente definido por cómo los demás nos ven y piensan acerca de nosotros. La mayoría de las veces el éxito se basa en cuánto dinero tenemos (y cómo lo mostramos), qué marca de ropa usamos, dónde vivimos, con quién socializamos, cómo lucimos, el carro que conducimos y así la lista continúa.

También el éxito se define como el medio para un fin. Por ejemplo, para una madre tratando de evitar que sus hijos se junten con el grupo equivocado, ella senalaría "algunos amigos" como exitosos para poder así ilustrar como "los otros del grupo" no lo son, y por lo tanto "juntarte con esos otros te impedirá alcanzar el éxito".

Para la mujer que desesperadamente trata de encajar en un grupo social cuyas personas son más pudientes que ella, el éxito seria casarse con un hombre que gane mucho dinero y por lo tanto, ella ser exitosa.

Para un joven iniciando su carrera universitaria y proveniente de una familia de padres estrictos que le dan importancia extrema al desempeño académico, el éxito implicaría sacar "A" en todas sus asignaturas.

Mientras trataba de compartir la definición de éxito con mi amiga, me remonté rápidamente al pasado, dóndome cuenta que para muchos mi vida era probablemente un ejemplo contrario de éxito. Había pasado de ser diseñadora de modas a profesora y luego a consejera. De músico a escritora. De casada a divorciada y posteriormente casada de nuevo. Madre de dos hijos, siempre luchando económicamente y teniendo que trabajar duro. Había logrado mucho pero a la vez, demasiados cambios.

De alguna manera la vida me había puesto en situaciones y había tenido que moverme siguiendo cada ciclo según se iba presentando. Había tenido que cambiar profesiones, apartamentos y en algunos casos hasta las amistades. Tuve que cambiar mi estilo y estructura de vida.

No obstante, me regocijé al percatarme de que en cada cosa que había hecho, había puesto mi corazón. En cada área profesional en la que tuve que desempeñarme, había dado lo mejor de mi siendo reconocida por empleadores y colegas. Cuando llegó el momento de aceptar lo que estaba haciendo no era ya lo que me tocaba hacer, tuve el coraje de moverme y hacer lo que tenía que hacer. He dado lo mejor que hubiera podido darle a mis hijos, aceptando mis defectos y errores y trabajando contínuamente conmigo para ser mejor persona.

Si, me considero exitosa, porque para mi el éxito no es como otros me ven. El éxito es amarse y aceptarse tal como uno es, siempre entregando el alma por completo en cada tarea que se realiza de manera que se pueda sentir la gratificación de saber que diste lo mejor de ti. Ser exitoso es saber que puedes morir mañana y tener conciencia que después de todo tu pareja, tus hijos, tu familia y amigos se sentirán orgullosos de quien fuiste y tu trato para con ellos. Y lo más importante, saber que Dios te mira y te sonríe porque tú verdaderamente hiciste lo mejor que pudiste.