A través de los años ha habido algunas frases que he adoptado, no usando ninguna de ellas fuera de mi círculo, pero reconociendo a pesar de esto su profundidad y poder.

La siguiente frase ha sido parte de mí desde hace bastante tiempo. A veces la utilizo para defenderme y la he usado para tratar de ayudar a otros a reconocer el poder que tienen sobre sí mismos para hacer cambios.

“No importa lo que eres, siempre y cuando TU estés claro de lo que es….”

Lo poderoso de esta declaración está en su connotación en lugar de lo que realmente dice. Porque si usted es un asesino de masas, el saber que lo eres no justifica lo que haces. De hecho, nada se justifica simplemente por lo que hacemos. Pero justamente el saber lo que somos nos da el poder para dar el primer paso hacia el cambio.

He tenido varios amigos luchando con el alcoholismo. Los que han logrado superar su adicción les dirá que el primer paso dado fue el admitir que tenían un problema.

Si usted es un alcohólico, adicto a sustancias o sexo, maltratador de parejas, ladrón, mentiroso o un idiota de cualquier tipo, está bien. Lo importante es reconocer dichos errores dentro de ti mismo y hacer un verdadero esfuerzo para actuar en base a ese conocimiento y llevar a cabo el cambio.

Todo el mundo tiene espacio para mejorar. De hecho algunas personas están simplemente ciegas para poder reconocer lo que son; demasiado arrogantes y demasiado egoístas para pensar por un momento que hay algo que tienen que mejorar.

Mientras tanto, no quiero sugerir que necesitamos estar constantemente arriba de nosotros mismos por nuestros hábitos y defectos. Esto es contraproducente. Más bien, debe sentirse alegre ante el hecho de que usted tiene el poder y el discernimiento para saber quién y qué eres. Alégrate de tener la fuerza y el valor para cambiar lo que eres y mejorarte a tí mismo, tu carácter, tus circunstancias y tu vida para lograr así tu propio bienestar, y el bien de los demás.

¿Cúal es mi caso? Particularmente yo tengo una muy baja tolerancia para con las personas. No me gusta el egoísmo, la arrogancia o la estupidez en cualquiera de sus manifestaciones. Sin embargo, al saber esto acerca de mí mismo me ayuda a lidiar mejor con la gente y este tipo de cosas. Soy demasiado amable con los demás y con frecuencia permito que se impongan sobre mí porque realmente estoy tratando de superar mis propias fallas; me controlo y abstengo de darles un golpe en la cabeza. A menudo me he visto inmerso en situaciones personales (y profesionales) donde mi defecto de decir lo qué pienso sin filtro ha hecho que las cosas empeoran en lugar de mejorar. Así que para mí, es un delicado equilibrio donde tengo que aprender a manejarme con más paciencia y más tacto.

Tengo dos hijastros. Ha sido un reto para mí ser la clase de padre que siento debo ser para ellos tratando de no alterar el equilibrio de mi rol como padrastro. De vez en cuando todos los niños necesitan se les hagan señalamientos y correcciones, así como ser guiados en saber lo que son; todo en un tenor que propicie el espíritu de cambio.

Todos somos humanos, todos cometemos errores, y todos tenemos que esforzarnos por ser mejores personas. Tal vez la próxima vez que alguien en su propia arrogancia le señale sus defectos puede mirarlos y decir: "¿Sabes? Nunca me di cuenta de esto sobre mí, pero quiero darte las gracias por señalarmelo”. Eso pone el poder de nuevo en sus manos para ser una mejor persona. Y quién sabe si a lo mejor la otra persona reconocerá sus propios defectos en ese momento y decidirá invertir tiempo y atención para mejorar su propio carácter.

Reconoce lo que TU eres; entonces trabaja constantemente en cambiar y ser mejor.