Probablemente lo más difícil que he tenido que hacer ha sido amarme a mí mismo. Nunca nadie es o ha sido más exigente para conmigo que yo mismo. Me exijo mucho en todo lo que hago, tomando tiempo para sopesar cada palabra que digo y cuestionar cada acción que tomo. Cuando cometo errores, se me hace sumamente dificil perdonarme a mí mismo.
Hubo un tiempo en mi vida en el cual estaba siempre consciente de lo qué otros pensaran; sus percepciones sobre me. Me preocupada la ropa que me pondría, el tipo de carro que manejaba y cuánto dinero tenía. Todos mis valores estaban encerrados en esta competencia por tener estatus social.
Sobreviví dos fracasos matrimoniales, dure dieciocho meses desempleado y durante varios años tuve pequeños empleos. Mis padres también me presionaban, empujándome a ser a veces lo que realmente no me interesaba ser. Mientras más duro trataba de encajar en sus expectativas me sentía constantemente desestimado y que no era lo suficientemente bueno como para ser su amado hijo.
No Puedo Caminar Sobre El Agua
Durante la mayor parte de mi vida no había tenido confianza en mí mismo. Siempre ponía horas extras, practicaba duro y estudiaba aún más para compensar lo que sentía me faltaba en capacidades. Pero a medida que he aprendido a amarme más, a perdonarme por mis errores y verme como un ganador, he logrado encontrar y conquistar un nuevo espíritu que ni siquiera sabía que tenía.El punto de cambio en mí fue al darme cuenta de que sólo hay una persona a quien necesito complacer. Sólo hay una persona por la que soy responsable en mi vida y sólo una persona que necesito asegurar que este feliz. Esa persona soy yo mismo. Me di cuenta de que todas aquellas cosas que perseguía y la búsqueda de la perfección no me estaban sirviendo en absoluto. De hecho, estaban robando mi alegría y felicidad, por lo tanto sabía que tenía que cambiar.
Cuando desisti de tratar de regirme por los estandares de otros, me encontré libre y me sentí confiado de las cosas que hice, las cosas que logré. Dejé de tratar de competir con otros en querer ser el más guapo, estar en mejor forma física o ser el más inteligente o más brillante de la clase.
Empecé a verme crecer. Con el tiempo, mi trabajo duro y determinación, pude ver como lograba habilidades y experiencias que muchos otros consiguieron tener. Llegué a un punto donde el tiempo que pasé haciendo aquellas cosas que disfrutaba era más gratificante que aquello que la gente esperaba que hiciera o que yo estaba haciendo simplemente para complacerlos.
No vaya a confundir esto con que no te importen los demás. Tengo hijos y una esposa maravillosa que merecen mi tiempo y atención. Tengo que dedicar tiempo a compartir de lo que ellos disfrutan y no ser egoísta en ese sentido. Pero en lugar de hacerlo solo para complacerlos, encuentro la manera de hacerlo gratificante para mí.
La otra cara de esta moneda es el egoísmo. Algunas personas sólo hacen lo que les hace felices a ellos, sin tomar en cuenta la forma en que perjudican a otros o privan a otras personas de su alegría. Ese tampoco es un estilo de vida saludable a seguir. En última instancia, dichas personas terminan muy solos porque nadie quiere estar con alguien egoísta y egocéntrico. Así que es importante que no exagere ni deje que su “yo” y su absolutismo le arropen.
Encontrar el balance perfecto para usted puede estar en algo tan simple como hacer una lista de las cosas que le hacen sentirse más feliz y le convierten en una persona más productiva. Tome tiempo para usted y trabaje duro en lo que hace, pero no se olvide que mejorar el exterior también hará su vida más gratificante. Encontrar maneras de enriquecer las vidas de los demás, aquellos a quienes amas y participar en sus vidas. Valorar las relaciones por encima de las cosas materiales. Esfuércese por lograr sus objetivos, pero recuerde que debe tener tiempo para jugar y disfrutar de la vida.